La soledad, en su sentido negativo, se ha convertido en uno de los sentimientos predominantes en la época en que vivimos. Un problema generalizado sobre todo en las grandes metrópolis occidentales, al que productos y servicios han intentado dar respuesta y obtener beneficios. Desde las citas rápidas de los años 2000 hasta la invención de las redes sociales y la comunicación virtual, el hombre busca siempre el contacto y la confrontación con sus semejantes en una sociedad que avanza en dirección contraria. Comprender la soledad es uno de los pasos fundamentales para desarrollar el propio crecimiento interior.
Cuando alguien se queda solo, puede sentirse incómodo. Sólo se siente bien si está en compañía, si está solo se avergüenza de ello. Tarde o temprano todo el mundo se enfrenta a este problema. Afecta a millones de personas porque casi todos hemos sido educados de una determinada manera. Los padres, los profesores o cualquier otro entorno social al que asistimos de niños rara vez fomentan la soledad. Un niño solitario siempre se considera un poco raro, un niño que tiene problemas, quizá alguna forma embrionaria de trastorno psíquico. Son ideas que tienen orígenes muy lejanos y que han influido en generaciones enteras.
Cuanto más se siente rechazado por los demás, más crece su ansiedad por establecer cualquier tipo de contacto. Pero, al mismo tiempo, empieza a evitar cualquier relación por miedo a ser rechazado. Se trata de un mecanismo de autodefensa para proteger la propia autoestima y calmar el nerviosismo que provoca el aislamiento.
La soledad es una percepción subjetiva

De este modo, cada uno se aleja cada vez más de su propio ser. La presencia del otro te mantiene en tensión, anclado a la realidad. Pero si te relajas a solas contigo mismo, vas en contra de lo que la sociedad te ha inculcado, hacia un territorio desconocido. El individuo solitario es visto como un peligro potencial: puede ser completamente él mismo. Nadie puede darle órdenes, nadie puede criticarle ni decirle lo que debe o no debe hacer. No se convierte en la persona que la gente quiere, sino en otra cosa.
Los científicos no han encontrado problemas en muchas personas que pasan la mayor parte del tiempo solas. Al contrario, hay personas que viven muchas relaciones sociales, pero en su interior tienen un profundo sentimiento de soledad negativa, de aislamiento. ¿Por qué?
El sentimiento negativo de aislamiento procede de una percepción subjetiva de las personas. La calidad de sus relaciones, las frustraciones relacionadas con ellas, los comportamientos conflictivos, los malentendidos, hacen que te sientas solo incluso cuando aparentemente estás en buena compañía. El cerebro empeora su actividad debido a las ansiedades y percepciones negativas y se hunde en un estado de estrés constante del que luego es difícil salir.
A veces, la mejor opción es elegir pasar tiempo con las personas adecuadas. Porque para eliminar esa molesta, y a veces insoportable, sensación de aislamiento, no podemos intentar comunicarnos continuamente cuando sólo hay una pared delante de nosotros. Para que el mensaje llegue a su destino, el emisor y el receptor deben estar sintonizados en la misma frecuencia.
Pero en la mayoría de los casos el problema puede resolverse con menos esfuerzo, sin ni siquiera moverte de donde estás ni cambiar las personas con las que compartimos nuestro tiempo. El cambio sólo puede producirse en nuestro interior, modificando las ideas y creencias que tenemos sobre la soledad.
La soledad como condicionante social

Hay setecientos centros en el cerebro. Todas tus acciones se deciden en esos centros. Algunos psicólogos han podido comprender, tras toda una vida de trabajo e intentos, cuáles son las actividades que controla cada una de estas zonas del cerebro. Emociones y sentimientos negativos: ira, agresividad, depresión; o emociones positivas como el amor, la compasión, la solidaridad. Insertando electrodos en partes específicas del cerebro de un animal descubrieron que era posible controlar totalmente sus acciones.
Al implantar un electrodo en el cerebro de un toro, fue posible controlar las acciones y reacciones del animal a distancia, con un mando a distancia. El toro ya no atacaba a la gente que le rodeaba. Si la orden que se le enviaba era que permaneciera quieto, se quedaba perfectamente quieto. Como una marioneta controlada por radio.
Eso es exactamente lo que le ocurrió a Alex de La naranja mecánica, de Stanley Kubrick. En la demostración final de la cura, el cerebro de Ludovico había sido tan condicionado y manipulado que era totalmente incapaz de reaccionar con violencia. Se había vuelto indefenso ante cualquier abuso contra él debido a una náusea insoportable que paralizaba cualquier intento de reacción violenta. El criminal Alex se había vuelto totalmente controlable sin ningún esfuerzo, como apretar un botón de un mando a distancia.
El condicionamiento social de la mente funciona exactamente igual. Son ideas que nos llegan del exterior, pero que en realidad no nos pertenecen. Son ideas, pensamientos, creencias que pueden invertirse completamente.
Nadie te puso un electrodo en el cerebro, pero el condicionamiento social funciona igual. Liberando la mente de las creencias sobre lo que está bien y lo que está mal, recuperando la propia individualidad, la percepción de la soledad puede cambiar de negativa a positiva.
La soledad como aislamiento

Por tanto, el término exacto no es soledad, sino aislamiento. La soledad suele tener un significado positivo: se busca y se experimenta como un momento creativo y satisfactorio. Hay millones de personas que pueden definirse como solitarias, a las que no les gusta estar demasiado rodeadas de gente y prefieren cultivar su mundo interior.
La soledad negativa, el aislamiento, están causados por la falta total de autenticidad en las relaciones con los demás. No faltan encuentros y relaciones, pero los percibimos como artificiales, superficiales, no nos reflejan en absoluto, y nos sentimos incomprendidos. En la mayoría de los casos, sin embargo, la causa está en la persona que siente este sentimiento. Intenta defenderse, se aparta voluntariamente de los demás para protegerse, para evitar pensamientos negativos y evitar situaciones estresantes. Quizá se comporte de forma hostil, reaccione de forma exagerada y violenta, entre fácilmente en polémicas, pero no se dé cuenta de ello. Nosotros mismos creamos nuestra soledad, tanto positiva como negativamente.
La soledad en las distintas estaciones de la vida

Pero nuestro enfoque de la soledad cambia radicalmente a lo largo de la vida. Es un fenómeno poco frecuente entre niños y adolescentes, es poco frecuente en la juventud, empieza a ser frecuente en la edad adulta y crece con los años. Nuestra atención pasa de las experiencias externas a las internas. Tomamos conciencia de que las condiciones y relaciones externas no producen un cambio real en nosotros mismos. El viaje externo nunca es un viaje real sin un viaje al mundo interior.
Desde este punto de vista, la soledad es quizá el estado más deseable que pueda existir. El mundo interior y no el exterior es el camino que nos hace crecer de verdad. Pero, al mismo tiempo, las relaciones personales y afectivas son fundamentales para nuestro equilibrio psicológico y físico.
Películas sobre la soledad
El ángel exterminador

En El Ángel Exterminador «de Luis Buñuel, la soledad negativa es la consecuencia inevitable de pertenecer a la clase burguesa. Son los mismos rituales, las mismas creencias, el mismo estilo de vida los que hacen que los burgueses ricos se sientan prisioneros en la villa , a pesar de estar obligados a vivir durante días todos hacinados en un salón. Los protagonistas de El ángel exterminador están más solos que el místico de Simón del Desierto, del propio Buñuel. Sin embargo, el aspirante a santo está condenado a la soledad por el rechazo de las tentaciones del mundo, pero tiene alguna posibilidad más de redención porque no está enraizado en ninguna «prisión» social. El burgués rico, en cambio, no tiene salida. Aunque la puerta de la calle está abierta y nadie les impide salir escampados.
Así que aquí surge lo que pueden ser las raíces profundas de la soledad negativa, esa sensación de aislamiento del mundo que nos llega en determinados momentos de la vida. Puede ser una causa externa o interna. En el primer caso, debemos planificar un cambio que a menudo puede parecer aterrador, o tal vez imposible. Sería apropiado decir que ha llegado el momento de cambiar de aires, que el entorno que frecuentamos, que las personas que frecuentamos ya no son útiles para nuestras necesidades. Es necesario un cambio drástico que puede significar buscar nuevos puntos de referencia, relaciones que puedan aportarnos una satisfacción real. Interacciones, intercambios y sentimientos que puedan reflejar realmente la imagen que tenemos de nosotros mismos.
Días Corona

En la película Corona days, de Fabio Del Greco, el protagonista se queda solo en su casa, separado de su mujer debido a las restricciones del encierro. Esta situación provoca en su mente sentimientos crecientes de miedo y angustia relacionados con su aislamiento. Necesita rehacer la relación con los demás, con su padre que ya no está, con su aislamiento temporal como individuo del resto del mundo. En el final de la película, sin embargo, encuentra la solución a esta condición de soledad forzada adquiriendo una nueva conciencia de su mundo interior, una nueva percepción del tiempo y del espacio. Encuentra una forma de «expandirse» más allá de las condiciones externas que no dependen de su voluntad.
Por tanto, la solución no es sufrir pasivamente lo que se nos impone desde el exterior y que es el sentimiento más extendido y predominante, sino pasar a un modo de acción y cambio. Un cambio que encuentra su expresión más fuerte en el cambio de la percepción que tenemos de la realidad. En esta película, el cambio de percepción se refiere al desquiciamiento de lo que son ideas convencionales sobre el tiempo: pasado, presente y futuro se suman en un presente mayor, donde la soledad negativa no encuentra terreno fértil.
La última risa

En la película La última risa, el director Murnau narra la extrema soledad del protagonista, Jannings, un anciano que oculta a todos que ha sido degradado por su jefe: de portero uniformado de un prestigioso hotel a vigilante de baños. Es un viaje interior a la angustia creada por la mente del hombre. Miedos y vergüenza causados por los valores que el personaje ha absorbido del mundo en el que vive. De su familia, de sus vecinos y de la gente de su barrio. Es un ego herido que se encuentra en una situación de profunda soledad porque ha perdido todo lo que parecía importante para él. Pero es sólo una alucinación suya. O mejor dicho, una alucinación construida sobre los valores y creencias de la gente que le rodea.
En realidad, en el comportamiento de Jannings, que se refugia en la mentira y el alcohol, hay una actitud profundamente equivocada: esperar lo peor de los demás, la peor de las críticas. La respuesta negativa de los demás se convierte en nuestra convicción tras una serie de experiencias negativas que nos han condicionado a lo largo del tiempo. Pero a veces hay que conceder a la gente el beneficio de la duda: quizá no sea eso lo que realmente piensan, ellos también han sido condicionados por la sociedad. Pero en el fondo, tal vez no piensen realmente así.
Hay una ensalada entre nosotros

En el interesante cortometraje alemán de Alice Von Gwinner titulado Hay una ensalada entre nosotros, la joven directora nos cuenta de forma irónica y grotesca la soledad y la distancia de un marido y una mujer, ahora muy distantes debido a una larga mesa de comedor con una ensalada en el centro. Para separar al hombre y a la mujer hay una serie de resentimientos y experiencias negativas que crean distancia, plasmados eficazmente a través de la metáfora de la imagen.
Pero, ¿y si cambiaran su forma de pensar? ¿Y si transformaran su percepción negativa, la incapacidad de comunicarse, y empezaran a sentir ese gran espacio entre ellos como una ventaja, una oportunidad en la que hacer crecer su relación? Probablemente, si nos ponemos de otra manera, la reacción de la persona que tenemos delante será diferente. Al descubrir lo mejor de nosotros mismos, descubrimos también lo mejor de los demás que nos rodean.